Existen estos seres, (extraños y curiosos)
que suelen sembrar flores sobre las otras vidas.
Entre ellos y nosotros
brilla la flor, nunca la espina.
Son como esas aves, que a veces,
se posan en
nuestro árbol y nos cantan.
Le dan luz a nuestras sombras,
perfume a nuestros aires viciados,
amarillo a nuestro diario gris solemne.
Solemos no darnos cuenta, no hacen pancarta.
Cuando parten, llenan los ojos de lágrimas,
pero es sólo, para regar sus flores,
las que
sembraron,
las que cuidaron,
esas que beben ahora
de nuestros llantos y…brotan.
Vivir,
Vivir para
dejar una memoria de flores
acariciadas por lágrimas. |
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